Durante años, los cuadros se han pintado dentro de un estudio. Tras horas de minuciosa ejecución, el artista conseguía reflejar los colores y formas del objeto o personaje que quería representar.
Uno de las aportaciones más interesantes de los impresionistas fue sacar el taller al aire libre. La pintura de Manet, Monet y otros, hicieron posible un arte más natural.
Pintar los colores reflejados por la luz natural ha sido un reto durante mucho tiempo, hasta que algunos grandes maestros fueron capaces de representarlos – como el mismo Renoir.
Por encima de ellos destacó un artista, no fácilmente encasillable, capaz de representar la colores a la luz del día como ningún otro. Son cuadros muy por encima de cualquier representación que podamos mostrar aquí o en un libro de texto. Más reales que la vida misma…
Obra:
La Vuelta de la Pesca (1894).
Internet:
Autor – Joaquín Sorolla (1863-1923).
Obra – La Vuelta de la Pesca (1894).
Museo – Orsay, París.